miércoles, 30 de noviembre de 2016

Divago: Estados nacionales y federativismo

Desde el nacimiento de los primeros estados nacionales, existieron pueblos o regiones sociales que quedaron absorbidas o unidas a otras naciones más fuertes o con ventaja estratégica, y con el tiempo las mismas sociedades buscaron calar como federación o estado separatista debido a la incompatibilidad que a la larga presentaron tales grupos frente a los que todo el tiempo ostentaron el cetro político, y respectivamente también el militar. En la convulsa Europa de hace cien años, el imperio de los Habsburgo mejor conocido como Austria-Hungría fue el águila frankenstein del continente, pues en tan relativamente vasto territorio abarcaba una riqueza cultural tan notablemente remarcada y sectorizada que, tras los eventos de la Gran Guerra la explosión de aquel Estado dejó tanto a Venecia como a checos, eslovacos, rumanos, Transilvania y la Yugoslavia, claramente sin dejar de lado a la misma Austria y a la magiar Hungría que incompatible con los eslavos sí que resultaba, y aún así casi que termina uniformándose junto a la Serbia eslava quien poseía planes para sí como la eslavia del sur por antonomasia.
Este mismo diagnóstico europeo se replica en otras partes en el mismo plano, pues desde que el amanecer independentista mostró una formación sólida de los estados nacionales en occidente, los nuevos países mostraron un anhelo de permanecer unidos bajo el sistema de autonomías federales con vehemente copia de la democracia norteamericana, aunque tal hecho en el eje latino representaba la caída del orden central y militar que mantenía el orden legal mediante coacción, rozando el impopular orden dictatorial.
En el caso del Imperio Turco otomano, quien tras la misma guerra que desmembró al estado plurinacional de los Habsburgo desbarató el medio oriente con implicaciones aun remanentes, dejan  hoy muertos, huérfanos, resentidos y milicias extranjeras jugando al tiro al blanco con drones, pues países como Iraq o Siria, en mi opinión, son estados antinaturales debido a que los pueblos que abarca rayan en lo disímil al borde de tener que alzarse en armas los hombres kurdos que reclaman para su pueblo el territorio que del sur de Turquía atraviesa en diagonal por Siria e Iraq hasta la frontera iraní, y aun así son llegados a tratar como terroristas o extremistas islámicos, frases noticiosas de prediseño.
África en general sigue sufriendo problemas de división como los ya vividos desde el apartheid, aunque con menor impacto debido a que los macroterrenos hechos casi a escuadra que de colonia pasaron a ser repúblicas, se cohesionan gracias al idioma colono que llega a sobrepasar incluso hoy en día hasta por encima de las "incivilizadas culturas" del continente negro, lo que llega a ser un punto a favor, pero no un punto tan bonito cuando al reducto se concluye el severo proceso de conquista y masacre que le precedió, tal como lo sufrió la América india al nivel de casi ser un continente exclusivamente bilingue. Y es así como pasando sin ver desde la amplísima y compleja Asia y sus tribus de la estepa, hacemos un salto hasta América, tanto la angloparlante como la hispana y el Brasil, pues aunque las apariencias muestren repúblicas sólidas con libertades y derechos, la verdad sea dicha que en represión tributaria de reciprocidad dudosa casi todo el territorio nacional yace, siendo garantes de la ley y el orden los miembros de la fuerza pública, de quienes no hará falta especificar su función, y mucho cuidado con el término utilizado, porque TERRITORIO NACIONAL es una frase que termina acudiendo al genérico y al sinónimo para evitar definir que "Territorio" es propiedad del "Estado" tripartito representado por el "gobierno" quien se encarga de administrar a la "nación", siendo esto la definición pura y dura de lo que por raciocinio se entiende como un estado nacional bajo el derecho de autonomía de los pueblos, que nunca en su statu original concibe la federación parcial o total de sus funciones, aunque no prohíbe la asociación de estados que es lo que se llega a sobreentender como principio federativo, aunque en la práctica ello sea conocido como una confederación, siendo el máximo representante de tal la democrática y dudosamente reputada Confederación Helvética, con cantones independientes pero unidos como armada y ante el mundo. 
A manera de conclusión solo cabe acotar que los diferentes movimientos políticos que dicen ser separatistas o que en extremo toman las armas en el afán de dirimir el poder del estado, merecen ser escuchados, como todos, puesto que su caso el objetivo no es tener el timón de la barcaza sino por el contrario acuden al secesionismo confederado para garantizar una mejor administración social, además de un fuerte empalme, pues así como los dedos se mueven por separado, cinco pegan más duro que uno.

Sergio Alexander Cáceres Angarita
Ensayo.

martes, 29 de noviembre de 2016

El poder, el estado y la nación

Francia, 1789, la población de lo que sería una de las urbes más congestionadas y polarizadas de la Europa preindustrial, impulsaría una revolución democrática de las ideas afloradas en las polis griegas de antes de cristo, y sus coetáneos harían de tan libertarios próceres el rojo de su pabellón tricolor junto a la consigna de libertad, igualdad y fraternidad, emblema que irónicamente sería comprendido con mayor vehemencia entre los hijos bastardos de las independencias americanas antes que el viejo continente dejara sus imperios, colonias y guerras mundiales.
Desde entonces y hasta nuestros días, la organización de los más de 200 estados de iure y de facto que existen en nuestro planeta, han moldeado sistemas administrativos y políticos tendientes a garantizar los derechos y las libertades de sus conciudadanos, aunque han fracasado tajantemente al intentar hallar el común divisor de lo social, lo económico, lo territorial y lo estatal, pues si dejas que el Estado haga todo por el pueblo, el dueño le termina cediendo poder a su simple capataz y tal cual lo enuncia crudamente el grupo Molotov, "si le das mas poder al poder, mas duro te van a venir a ...", y no es por nada el hecho que le sea imposible a un miembro de las fuerzas armadas de un país democrático alcanzar las urnas, debido a que si un político hace las mañas que hace, sería algo obvio especular lo que podría realizar un presidente militar si tenemos en cuenta el siglo XX en todo el mundo, desde la más izquierda socialista hasta la más férrima derecha, a la postre ambos bandos usaron la fuerza y el empoderamiento del Estado para llegar a sus fines y eso, eso es fascismo en el sentido más literal de la palabra.
Así pues, tal como es delicado el usar la palabra poder y armas en la misma oración, así también lo es el utilizar la palabra banca o financiación, pues el tráfico de intereses que se genera entre lo simpatizado por quien controla el flujo de crédito y activos, y la agenda imparcial que debe manejar un estado per se endeudado, rezaga al mismo gobierno al papel (mea culpa) de acatar órdenes, "alinear" los medios de comunicación, administrar a la nación y emitir moneda a conveniencia de quien paga sus bonos de deuda, dejando al estado ser estado por cuanto le sea posible, y al soberano ser tan soberano como su capataz le ordene desde el centro. 

Sergio Alexander Cáceres Angarita
Ensayo.

lunes, 28 de noviembre de 2016

El espacio, las nuevas aguas internacionales

Mucho se ha especulado durante décadas acerca del humano en el espacio, pero con hilarante retórica se ha ido dejando de lado el tema espacial, rezagándolo a la construcción de telescopios y la especulación de posibles viajes tripulados a la Luna u otro cuerpo del sistema solar, por lo pronto, pues hasta la financiación de los programas espaciales ha estado yendo en debacle, al menos en occidente en los últimos años. Desde que el Sputnik amenazó en 1957 el honor de los Estados Unidos en plenos albores de la guerra fría, las Naciones Unidas han emitido a posteriori, tratados sobre la administración del espacio ultraterrestre los cuales se podrían resumir en que el espacio solo podrá ser usado para fines pacíficos y exploratorios, por lo que las armas estarían prohibidas y la exploración científica deja innominada la probabilidad de explotación de los recursos naturales o minerales de los distintos cuerpos del sistema solar. Además se habría resuelto en asamblea general que todo cuanto estuviera por fuera de nuestra atmósfera sería considerado patrimonio de la humanidad y por ende sin dueño, calcinando así los sueños de rusos, chinos o americanos por asumir dicho satélite como colonia, o como finca por parte del chileno Jenaro Gajardo quien registró a su favor la misma. Plus a esto, la tan recientemente famosa minería espacial, publicitada por empresas como Deep Space Industries, Planetary Resources u otras,  solo es regulada por el derecho internacional y el derecho espacial como "quien tenga para ir hasta allá y explotar, bien puede hacerlo".


Mucho se especuló desde la era post-soviética hasta la actualidad acerca de programas secretos espaciales como el Proyecto A119 de detonación nuclear en la Luna o el Proyecto Solar-Warden y otra clase de planes símiles que van desde lo más crudo y real hasta lo más salido de onda por parte de conspiranóicos o agentes desinformativos, aunque sí que cabe resaltar el hecho de que tal clase de programas no podrían concretarse en medio de un mundo que compagina la consigna de guerra invasiva con la de un orden global uniforme en medio de una política heterogénea, y ello sin adentrarnos en la posibilidad más que probable de que en menos de 10 años alguna empresa o gobierno logren alcanzar la superficie de otros cuerpos celestes y les conviertan en "mundos recurso" o "mundos colonia" bajo su bandera empresarial o estatal, sin policía, juez o ley que impere más allá de lo que localmente se establezca, al mejor estilo de los cargueros chino, barcos sin ley en aguas internacionales.

Sergio Cáceres Angarita.
Ensayo.